Octavio Paz
I.
Biografía
Octavio Paz
(31/03/1914 -
19/04/1998)
Octavio Paz
Poeta y ensayista mexicano
Nació el 31 de marzo de 1914 en Mixcoac (México) cuando el país se encuentra en plena lucha revolucionaria. Su padre, al igual que su abuelo escribía, además de dedicarse al periodismo y a la política. Estas influencias hicieron que se volcara a la política además de la escritura.
Cuando cuenta 17 años funda la revista Barandal. En 1933 apareció su primer libro, que también se llamaba Barandal y fundó Cuadernos del Valle de México. Conoció a los poetas T. S. Eliot y Paul Valéry. En 1937 se trasladó a Yucatán para impartir clases en el campo, y algún tiempo después se casó con Elena Garro, con quien asistió ese mismo año al Congreso de Escritores Antifascistas en Valencia (España). Allí se publicó Bajo tu clara sombra (1937), y conoció a los intelectuales de la República Española y al poeta chileno Pablo Neruda.
Al regresar a su país se acercó a Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia y publicó ¡No pasarán! y Raíz de hombre. Con Efraín Huerta y Rafael Solana, entre otros, fundó, en 1938, la revista Taller, en la que participaron los escritores españoles de su generación exiliados en México. En 1939 apareció A la orilla del mundo y Noche de resurrecciones. En 1942, a instancias de José Bergamín, dio una conferencia, "Poesía de soledad, poesía de comunión", en la que establecía su diferencia con la generación anterior, y trataba de conciliar en una sola voz las poéticas de Xavier Villaurrutia y Pablo Neruda.
En 1944 con la beca Guggenheim permaneció durante un año en Estados Unidos. En 1945 entró al Servicio Exterior Mexicano y fue trasladado a París. A través del poeta surrealista Benjamín Péret conoció a André Breton, además se relaciona con Albert Camus y otros intelectuales europeos e hispanoamericanos del París de la posguerra. Esta estancia definirá con precisión sus posiciones culturales y políticas; se alejó delmarxismo y se acercó al surrealismo, empezando a interesarse por los temas más diversos.
Durante la década de 1950 publicó cuatro libros fundamentales: El laberinto de la soledad (1950) retrato personal en el espejo de la sociedad mexicana; El arco y la lira (1956), su esfuerzo más riguroso por elaborar una poética; ¿Águila o sol?, libro de prosa de influencia surrealista; y Libertad bajo palabra. En 1951 viajó a la India y en 1952 a Japón, sitios de los que recibió una gran influencia. Regresó a México en 1953 donde hasta 1959 desarrolló una intensa labor literaria. En 1960 volvió a París y en 1962 a la India, como funcionario de la embajada de México. Conoció a Marie José Tramini, con la que contrajo matrimonio en 1964. Publicó los libros de poemas Salamandra (1961), anterior a su viaje a la India, y Ladera este, que recoge su producción en ese país, y que incluye su segundo poema largo, Blanco.
En 1963 le otorgaron el Gran Premio Internacional de Poesía. Publicó los libros de ensayo Cuadrivio en 1965, cuatro ensayos sobre Luis Cernuda, Fernando Pessoa, Ramón López Velarde y Rubén Darío;Puertas al campo en 1966 y Corriente alterna, en 1967. En 1968 dimitió de su puesto de embajador en la India debido a los asesinatos cometidos por el Gobierno de México, el 2 de octubre de ese año, cuando cargó el Ejército contra manifestantes universitarios, y en 1971 fundó en su país la revista Plural, en la que colaboraron algunos de los escritores más importantes de la generación posterior. Ese año publicó El mono gramático, poema en prosa en el que se funden reflexiones filosóficas, poéticas y amorosas, y en 1974 Los hijos del limo, recapitulación de la poesía moderna; en 1975, Pasado en claro, otro de sus grandes poemas largos, recogido al año siguiente en Vuelta, libro con el que obtuvo el Premio de la Crítica en España. En 1977 dejó Plural e inició la revista Vuelta de la que fue director. El ogro filantrópico, continuación de sus reflexiones políticas, se publica en 1979, y en 1981 logró el Premio Cervantes. En 1982 se editó Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, retrato de la monja mexicana y la sociedad mexicana del siglo XVII; en 1987, Árbol adentro, último volumen de poesía.
En 1990 ganó el Premio Nobel de Literatura, y publicó La otra voz y Poesía de fin de siglo. En 1993, La llama doble y Amor y erotismo, y en 1995 Vislumbres de la India. Octavio Paz falleció el 19 de abril de 1998 víctima de un cáncer, en la misma ciudad que lo vio nacer.
Octavio Paz
Poeta y ensayista mexicano
Nació el 31 de marzo de 1914 en Mixcoac (México) cuando el país se encuentra en plena lucha revolucionaria. Su padre, al igual que su abuelo escribía, además de dedicarse al periodismo y a la política. Estas influencias hicieron que se volcara a la política además de la escritura.
Cuando cuenta 17 años funda la revista Barandal. En 1933 apareció su primer libro, que también se llamaba Barandal y fundó Cuadernos del Valle de México. Conoció a los poetas T. S. Eliot y Paul Valéry. En 1937 se trasladó a Yucatán para impartir clases en el campo, y algún tiempo después se casó con Elena Garro, con quien asistió ese mismo año al Congreso de Escritores Antifascistas en Valencia (España). Allí se publicó Bajo tu clara sombra (1937), y conoció a los intelectuales de la República Española y al poeta chileno Pablo Neruda.
Al regresar a su país se acercó a Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia y publicó ¡No pasarán! y Raíz de hombre. Con Efraín Huerta y Rafael Solana, entre otros, fundó, en 1938, la revista Taller, en la que participaron los escritores españoles de su generación exiliados en México. En 1939 apareció A la orilla del mundo y Noche de resurrecciones. En 1942, a instancias de José Bergamín, dio una conferencia, "Poesía de soledad, poesía de comunión", en la que establecía su diferencia con la generación anterior, y trataba de conciliar en una sola voz las poéticas de Xavier Villaurrutia y Pablo Neruda.
En 1944 con la beca Guggenheim permaneció durante un año en Estados Unidos. En 1945 entró al Servicio Exterior Mexicano y fue trasladado a París. A través del poeta surrealista Benjamín Péret conoció a André Breton, además se relaciona con Albert Camus y otros intelectuales europeos e hispanoamericanos del París de la posguerra. Esta estancia definirá con precisión sus posiciones culturales y políticas; se alejó delmarxismo y se acercó al surrealismo, empezando a interesarse por los temas más diversos.
Durante la década de 1950 publicó cuatro libros fundamentales: El laberinto de la soledad (1950) retrato personal en el espejo de la sociedad mexicana; El arco y la lira (1956), su esfuerzo más riguroso por elaborar una poética; ¿Águila o sol?, libro de prosa de influencia surrealista; y Libertad bajo palabra. En 1951 viajó a la India y en 1952 a Japón, sitios de los que recibió una gran influencia. Regresó a México en 1953 donde hasta 1959 desarrolló una intensa labor literaria. En 1960 volvió a París y en 1962 a la India, como funcionario de la embajada de México. Conoció a Marie José Tramini, con la que contrajo matrimonio en 1964. Publicó los libros de poemas Salamandra (1961), anterior a su viaje a la India, y Ladera este, que recoge su producción en ese país, y que incluye su segundo poema largo, Blanco.
En 1963 le otorgaron el Gran Premio Internacional de Poesía. Publicó los libros de ensayo Cuadrivio en 1965, cuatro ensayos sobre Luis Cernuda, Fernando Pessoa, Ramón López Velarde y Rubén Darío;Puertas al campo en 1966 y Corriente alterna, en 1967. En 1968 dimitió de su puesto de embajador en la India debido a los asesinatos cometidos por el Gobierno de México, el 2 de octubre de ese año, cuando cargó el Ejército contra manifestantes universitarios, y en 1971 fundó en su país la revista Plural, en la que colaboraron algunos de los escritores más importantes de la generación posterior. Ese año publicó El mono gramático, poema en prosa en el que se funden reflexiones filosóficas, poéticas y amorosas, y en 1974 Los hijos del limo, recapitulación de la poesía moderna; en 1975, Pasado en claro, otro de sus grandes poemas largos, recogido al año siguiente en Vuelta, libro con el que obtuvo el Premio de la Crítica en España. En 1977 dejó Plural e inició la revista Vuelta de la que fue director. El ogro filantrópico, continuación de sus reflexiones políticas, se publica en 1979, y en 1981 logró el Premio Cervantes. En 1982 se editó Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, retrato de la monja mexicana y la sociedad mexicana del siglo XVII; en 1987, Árbol adentro, último volumen de poesía.
En 1990 ganó el Premio Nobel de Literatura, y publicó La otra voz y Poesía de fin de siglo. En 1993, La llama doble y Amor y erotismo, y en 1995 Vislumbres de la India. Octavio Paz falleció el 19 de abril de 1998 víctima de un cáncer, en la misma ciudad que lo vio nacer.
II.
¿Qué hizo por México?
Octavio Paz (1914-1998): una
ausencia entrañable
Octavio Paz no
sólo fue merecedor del Premio Nobel de Literatura de 1990; también representó
al intelectual mexicano del siglo XX. Sin su obra y sus aportaciones teóricas
no comprenderíamos la vida cultural de Hispanoamérica. Al igual que Juan Ramón
Jiménez, Vicente Huidobro, César Vallejo o Pablo Neruda, Paz abrió caminos para
las nuevas generaciones del siglo XXI.
Su obra abarca
la filosofía, la poesía, el ensayo, la historia, el arte, las relaciones
internacionales, la música, etc. A semejanza de los sabios griegos, trató de
llegar a la totalidad del conocimiento. Y al igual que aquellos maestros, se
enfrentó a la ignorancia, la envidia, y la difamación.
A diez años de
su muerte, aún perduran los comentarios sobre su indefinición ideológica, sin
entender cuán complejo fue para un intelectual como él allegarse a una, ya que
conoció bien el mundo de la bipolaridad política y sus manifestaciones.
Incomprendido por la izquierda y rechazado por la derecha, supo mantener sus ideas
y continuar su obra.
La historia
mexicana está acostumbrada a identificar con un grupo o mafia a sus
intelectuales, políticos, artistas, filósofos, etcétera. Es grave para
cualquier pensante no pertenecer a alguno. Sin embargo, Paz se atrevió a desafiar
esa regla no escrita. En 1968, después de los sucesos de Tlatelolco,
renunció a su cargo como Embajador de México ante la India, acto suicida
de acuerdo con las reglas de la política mexicana. Los intelectuales
oficialistas lo acusaron de comunista cuando denunció los
campos de concentración estalinistas; la izquierda mexicana lo acusó de saboteador. Pese
a todo, él mantuvo sus afirmaciones y enfrentó los ataques.
Después de
algunos años fuera del país, regresó a fundar la revista Plural, cuyo
objetivo fue dar a conocer las diversas ideas y opiniones sobre los problemas
de México y del mundo; "Plural en oposición a monolítico, monopolio,
monocorde, monotonía y otras palabras que comienzan con el prefijo mono, que
denota único o uno solo", afirmó. Atacado por la izquierda, tuvo
sin embargo el apoyo de muchos amigos que lograron mantener la revista en
circulación.
Conocedor
profundo de la historia mexicana, estudió el por qué del absolutismo político
en México, así como el por qué de la "corte" que rodea a un
presidente y de la necesidad en cierto momento de un partido oficial. Analizó
el sistema político desde una perspectiva científica, no ideológica, a través
de la crítica, no del ataque ni del enfrentamiento.
Homero, Platón,
Virgilio y Dante son los autores que a Paz le hubiera gustado que leyera el
pueblo, y estudió las aportaciones de estos autores a la política y la
economía, lo que le lleva a asegurar: "El libre mercado probó ser
más eficaz que la economía estatal, pero el mercado no es una respuesta a las
necesidades más profundas del hombre. En nuestros espíritus y en nuestros
corazones hay un hueco, una sed, que no pueden satisfacer las democracias
capitalistas, ni la técnica".
Recurre además
a Rousseau, Montesquieu, y Hobbes para reflexionar sobre la
virtud de los ciudadanos y la ética a seguir, respecto a lo cual afirma que no
es sólo en la vida privada ni la conciencia individual en lo que se debe
enfocar la conducta, pues la conducta de cada ciudadano tiene una dimensión
pública: "La reflexión ética abarca muchos aspectos de la vida
económica y social: la crítica de la economía de consumo y de los medios de
comunicación, la búsqueda de la fraternidad, la libertad erótica, la vida
interior, la defensa del medio natural". Temas ahora de gran
actualidad.
Sobre la
política, no la disocia de la ética: "Ética y política forman un
sistema de vasos comunicantes. Es claro que la esfera de la política se
distingue en muchos aspectos de la ética. La política es el dominio de la
acción pública; su célula es el ciudadano y sus elementos primordiales los
grupos y las clases. La política, además, es una práctica; no sé si sea
realmente una ciencia y tampoco estoy muy seguro de que sea un arte".
En este cuestionamiento muchos estarán en desacuerdo, sin embargo, dudar es
hacer ciencia, y es lo que hizo Paz.
Para Octavio
Paz nuestro tiempo requería de una nueva filosofía que respondiera a los
grandes problemas de nuestro tiempo,"considerando la doble herencia del
pensamiento moderno de Occidente: el liberalismo y el socialismo, la libertad y
la justicia. En seguida, deberá tener presente las visiones del hombre y de la
mujer que nos han dejando los grandes poetas, los trágicos griegos, Dante,
Shakespeare, y Cervantes a los poetas y novelistas modernos".
Sobre México y América
Latina, supo discernir sus peculiaridades; conocedor de su historia, denotó las
diferencias de desarrollo político y social de los dos principales virreinatos
españoles, la Nueva España y el Virreinato del Perú: "Por
su historia, por su cultura e incluso por su situación geográfica, México
presenta indudables diferencias con el resto de las repúblicas de América
Latina. El país que podría parecerse más al nuestro es Perú: dos altas
civilizaciones prehispánicas y, sobre todo sus restos, dos ricos virreinatos.
No obstante, hay diferencias muy profundas entre las dos civilizaciones
indígenas". Completó este planteamiento con un profundo estudio
sobre estas diferencias y similitudes.
De la
Revolución Mexicana de 1910 realizó un análisis de los proyectos que
conllevó este movimiento social: "Fue un proyecto de modernización
política (Madero); y económica (Calles); sin embargo, el zapatismo fue una
vuelta a los orígenes: una revuelta mas que una revolución. Desde la fundación
del PNR, en 1929, el país comenzó de nuevo a modernizarse, no sin tropiezos y
estancamientos. Subrayo: en lo económico y lo social, no en lo político". En
franca referencia al estancamiento político de la sociedad mexicana en los años
noventa.
Respecto a la
mala distribución de la riqueza en México, Paz hizo pertinentes observaciones,
que no fueron consideradas por el oficialismo político: "La
distribución de los beneficios es un problema social y económico; los medios
para lograrla son, ante todo, políticos; la democracia y el sindicalismo libre.
La lucha por la distribución más justa de los bienes económicos es una tarea
que corresponde, esencialmente, a los trabajadores y a los consumidores, y que
sólo puede llevarse a cabo en un régimen plenamente democrático. Así pues, las
reformas económicas nos conducen a la reforma política".
Los cambios
políticos en México los contempla Paz como una lenta transformación, muy propia
del país, ya que el caso no es igual al de muchas otras naciones que han tenido
cambios políticos, pues en el proceso político mexicano no se trata del
tránsito de una dictadura político-militar a una democracia: "México no ha
vivido bajo una dictadura militar, ni bajo un caudillo impuesto por el ejército
vencedor en una guerra civil, como España. El régimen de partido hegemónico en
simbiosis con el Estado fue un compromiso para resolver las pugnas violentas de
las facciones revolucionarias". Por esta razón los cambios esperados
tendrán su tiempo.
Reflexiona
sobre la figura del Presidente y su inmutabilidad ante los cambios: "Entre
los privilegios de nuestros presidentes, el más notable es la facultad de
designar a su sucesor. No es un privilegio democrático: es una práctica
santificada por la costumbre desde hace setenta años. En realidad, es un rasgo
monárquico del sistema mexicano". Una verdad comentada, pero no declarada
por muchos politólogos, pues existe el miedo a ganarse la enemistad del
ejecutivo y su corte. Paz sí lo hizo.
Al tocar el
tema de la Reforma del Estado, Octavio Paz va más allá de una simple
contemplación: "La reforma que preveo no puede ser el resultado de
la voluntad individual de un presidente; tampoco puede ser impuesta por una
oposición dividida y que no ha probado ser mayoritaria. El cambio no será
voluntario ni impuesto: será la natural consecuencia de la evolución política
del pueblo mexicano". A través de este pensamiento vemos la fe de
Octavio Paz en la democracia.
Al dialogar
sobre los horrores y errores en el mundo, así como las fallas de la democracia
y su mala práctica, Octavio Paz demostró su fe en ella y en los
demócratas: "Pesimismo y optimismo son etiquetas y dicen poco.
Asumo, al mismo tiempo, la defensa y la crítica de la modernidad porque la
crítica es inseparable de la modernidad. Nació con ella. Desde su aparición, la
modernidad no ha cesado de criticarse a sí misma. Pero la crítica del mundo
moderno y sus horrores no me lleva a renegar de la democracia: a pesar de sus
fallas, es uno del pocos bienes verdaderos de la falaz civilización
tecnológica".
Si bien para
algunos lectores Octavio Paz puede ser complejo y difícil, recordemos el
diálogo entre Sócrates y Menón en el Libro VII de la República,
que nos hace reflexionar que no es fácil conocer la verdad, y llegar a ella
implica un camino arduo y difícil, lleno de contradicciones y vericuetos que
hemos de vencer para conocer bien las ideas de nuestro interlocutor. A diez
años de su desaparición la obra de Octavio Paz es vigente y con una gran visión
futurista; debemos esforzarnos por aprender de ella esa verdad
que nos ayudará a conocer nuestra realidad.
Octavio Paz
(1914-1998) fue un poeta –Premio Nobel de Literatura en 1990– que reflexionó
sobre la vida social, cultural y, en particular, sobre la política de su
tiempo.
En el centenario de su
nacimiento, ADNPolítico.com recuerda el contenido crítico de sus escritos sobre
la realidad política mexicana y sus actores, la democracia y el papel de los
intelectuales.
Aunque hizo carrera en el
servicio diplomático mexicano, Paz no fue un político ni su carrera literaria
estuvo vinculada al poder o a partido alguno. Tampoco fue su faceta de
ensayista la más reconocida, ni abordó la política desde una trinchera
académica.
No obstante, el escritor dedicó
textos en sus libros y artículos en revistas y periódicos a explorar la
realidad política de México y el mundo, así como las interrelaciones entre los
países; a analizar cómo han evolucionado los sistemas políticos a través de la
historia hasta nuestros días, y a adelantar posibles vías de solución a los
problemas de las sociedades.
Así lo hizo en libros como El
laberinto de la soledad (1950), Posdata (1970), El ogro filantrópico (1979) o
Pequeña crónica de grandes días (1990); en las revistas que dirigió: Plural
(1991-1976) y Vuelta (1976-1998), y en artículos periodísticos publicados por
diarios como El Nacional, Novedades, Mañana, La Jornada o Excélsior. Las
posturas manifestadas en estos escritos levantaron polémica en su tiempo.
“(Paz) estuvo lejos de
convertirse en un especialista: era un poeta que no pretendía escribir de
política por competencia profesional, sino por obligación moral”, escribe
Armando González Torres en el prólogo de Itinerario crítico: Antología
de textos políticos (2014).
A continuación te presentamos lo
que Paz reflexionó en torno a algunos temas vinculados con la política.
Los partidos
Desde la década los años 70, Paz
respaldó una reforma política que fortaleciera al sistema de partidos y la
pluralidad. Pero, ¿qué pensaba sobre los partidos existentes en México?
Del PRI –aunque destacó sus
contribuciones a la estabilidad y el desarrollo de México (“por más desigual y
defectuoso que haya sido éste”)– señaló su tendencia a encumbrar “caudillos”,
mismos que diferenció de este tipo de políticos en otros sistemas, destacando
la temporalidad del poder de los presidentes.
“El señor presidente es el PRI
durante seis años pero al cabo de ese término surge otro presidente que es una
encarnación distinta del PRI. Distinta y la misma: doble exigencia de la
institución presidencialista mexicana. La concentración de poder en manos del
presidente es enorme pero nunca es un poder personalista sino que es una
consecuencia de su investidura impersonal”, escribió en Posdata (1970).
También criticó la práctica del
“dedazo”, como se conoce a la práctica presidencial de elegir al sucesor sin
métodos democráticos de por medio: “’El dedo’ señala a los criados”, indicó Paz
en Cuestión de palabras (1943).
Paz explicó que el PRI en los
regímenes del pasado fue el instrumento político del Estado, pero no un partido
de Estado –como hubo en Rusia, Alemania, China o Cuba.
“El PRI no se ostenta como el
dueño de una ideología global, un saber universal y enciclopédico que comprende
todas las ciencias y las artes, como en los países comunistas. Tampoco ha
intentado convertir a la sociedad en su imagen; al contrario, bajo su régimen
la sociedad ha crecido, se ha diversificado y se muestra más y más
independiente, mientras que en los países donde el Partido-Estado ha sido la
realidad omnipresente se aniquilaron clases y pueblos enteros”, destacó en el
artículo Las elecciones de 1994: doble mandato, publicado en
Vuelta en octubre de 1994.
“La política mexicana está llena
de grandes palabras. Casi todas ellas no poseen contenido alguno, ya porque
nunca lo tuvieron realmente, ya porque lo han perdido a fuerza de ser repetidas
por labios mentirosos”, agregó sobre la demagogia en el mismo artículo.
Sobre el PAN, lo califica como
“claramente democrático”; recuerda que algunos de sus fundadores estuvieron
influidos por tendencias no democráticas pero aclara que terminaron por
desecharlas.
Paz menciona que Acción Nacional
fue fundado por intelectuales católicos, y cuya dirección cayó posteriormente
en líderes “menos brillantes” de la clase media y el sector empresarial que
consolidaron un “partido provinciano”.
“Sus dirigentes son modernos;
todos tienen reputación de honradez y eficacia: tuvieron éxito en sus
actividades privadas antes de lanzarse a la vida pública. Sin embargo, con dos
o tres excepciones, dan la impresión de ser bisoños en el arte de la política.
"Por fortuna y por
desgracia, la ideología no es su fuerte. Por fortuna, porque eso les permite un
sano pragmatismo: la ideología es enemiga del sentido común; por desgracia,
porque para combatir los estragos de las ideologías hay que conocerlas”,
aseveró en Pequeñas crónicas de grandes días (1990).
El ensayista Armando González
Torres agregó que Paz criticó del PAN su falta de un proyecto nacional y su
poco empuje intelectual, aunque reconoce su vena ciudadana y su vocación
democrática (Itinerario Crítico, [2014]).
“La crítica política del PAN al
sistema ha impresionado favorablemente a la opinión pública, pues está fundada
en los principios democráticos. En cambio, no ha formulado un proyecto nacional
nuevo y viable que se ofrezca como una opción distinta a la del PRI (…) El
crecimiento del PAN expresa no tanto una tendencia ideológica como el
descontento de muchos ciudadanos”, indicó Paz en Hora cumplida, publicado
en Vuelta en octubre de 1988.
Al PRD, lo caracteriza como una
“curiosa amalgama” que conserva el estatismo y el populismo, con principios de
pluralismo y democracia. Destaca su falta de unidad, problema que el sol azteca
sigue teniendo.
“El nuevo partido (el PRD fue
fundado en 1989) está amenazado de división por su misma heterogeneidad (...)
Son un catálogo de sentimientos, gustos, disgustos y obsesiones”, alertó en
Pequeñas crónicas de grandes días (1990).
No obstante, cuestiona la
filiación democrática del PRD, al recordar que los líderes de ese instituto
político en el pasado defendieron regímenes que identifica como “totalitarios”
–como el soviético o el cubano–, y rechazaron a los intelectuales mexicanos que
no simpatizaban con dichos gobiernos.
En Pequeñas crónicas..., Paz
lanza comentarios para los tres principales partidos de entonces –y de ahora–
en México: al PRI lo urge a introducir democracia en su vida interna, sin
mayorías manipuladas (“su ideal ha sido la imposible unanimidad, no la modesta
pluralidad”, escribió en Hora cumplida), así como cambiar su
relación con los gobiernos emanados de sus filas, de partido del poder a
partido en el poder. “Claro, un poder conquistado en las urnas”.
Al PAN, le sugiere –“sin perder
su modernidad”– recobrar sus principios como partido conservador y liberal,
para poder penetrar en el centro y sur del país, y convertirse en un verdadero
interlocutor nacional.
Y al PRD, le recomienda rechazar
el “corporativismo” del cardenismo y evitar los “gérmenes totalitarios” del
antiguo PRM.
Salinas y De la Madrid
En la primera mitad de su
mandato, Carlos Salinas de Gortari emprendió reformas políticas, a la propiedad
ejidal, a la relación Iglesia-Estado, así como una serie de privatizaciones de
empresas estatales y la negociación de la deuda externa. Paz consideró que
estos cambios tenían un efecto positivo, incluso psicológico: “han devuelto a
mucha gente la confianza en su país y en su esfuerzo propio”.
“Han sido decisivas las reformas
económicas y políticas realizadas por Carlos Salinas y su equipo. Más jóvenes
que los políticos anteriores y con mayor sensibilidad histórica, se dieron
cuenta de los cambios de la sociedad mexicana y obraron en consecuencia. Así
han logrado sacar al país del pantano en que había caído", dijo al
periodista Julio Scherer en 1994.
"Hemos salido de la ruina,
hemos saneado nuestras finanzas y hoy asistimos a la recuperación de nuestra
economía; se han restablecido el crédito internacional y la economía mexicana,
gracias a las privatizaciones, se ha puesto en movimiento (...) Y algo más que
no se ha dicho: han contribuido indirectamente al proceso de democratización”,
agregó.
Paz también celebró la actitud
mesurada de Miguel de la Madrid para contener los problemas financieros del
país y poner los cimientos para las reformas emprendidas en el sexenio de
Salinas de Gortari.
“Se procura devolver a la
sociedad la iniciativa económica, limitar el estatismo y, en consecuencia, la
proliferación burocrática. Renuncia al populismo, a la ineficacia y al
despilfarro, no vuelta a un capitalismo salvaje como se ha dicho. Ha disminuido
la carga de las onerosas empresas estatales –aunque todavía quedan algunos
paquidermos–, el gasto público se ha reducido, se ha limitado el abusivo poder
burocrático, se ha combatido la corrupción y se ha llegado a un acuerdo con
nuestros acreedores”, consideró en Pequeñas crónicas de grandes días (1990)
El petreóleo y otros recursos
En la década de los años 50, Paz
elogió que la Revolución y los gobiernos emanados de ella recuperaran para el
Estado recursos como el petróleo, los minerales, la energía eléctrica y otras
fuentes para transformar al país. También celebró el reparto agrario, las obras
de irrigación y los programas de atención para campesinos.
“Lo conquistado hay que
defenderlo todavía. Pero el régimen feudal ha desaparecido. Olvidar esto es
olvidar demasiado”, apuntó en El Laberinto de la Soledad (1950).
No obstante, reconoció que el
capital con el que cuenta el Estado es insuficiente para explotar de manera
conveniente los recursos naturales del país, financiar el desarrollo y crear
infraestructura económica. De entrada descartó recurrir al capital extranjero,
al destacar que este tipo de inversionista no se interesa en un plan general de
desarrollo económico para el país.
“Todo el mundo sabe que las
ganancias de esas inversiones salen del país, en forma de divisas y otros
beneficios. Además, implican dependencia económica y, a la larga, injerencia
política del exterior. Por otra parte, el capital privado no se interesa en
inversiones de largo plazo y de escaso rendimiento, que son las que nosotros
necesitamos”, asentó en el mismo texto de 1950.
De los préstamos gubernamentales,
mencionó que “entrañan condiciones políticas o económicos”, por lo que llamó a
preferir el financiamiento de organizaciones internacionales y una alianza con
pueblos con problemas semejantes a los de México, como los de los países
latinoamericanos, asiáticos y africanos.
Los sindicatos y el régimen
El autor criticó la incorporación
de los sindicatos al partido de la revolución (actualmente, el PRI), al
considerar que esto impidió el surgimiento de un movimiento independiente de
este sector de la población que incidiera en política.
“Se frustró así la posibilidad de
un partido obrero o, al menos, de un movimiento sindical a la norteamericana,
apolítico, sí, pero autónomo y libre de toda injerencia oficial. Los únicos que
ganaron fueron los líderes, que se convirtieron en profesionales de la
política: diputados, senadores, gobernadores”, lamentó en El Laberinto de la
Soledad (1950).
Además, arremetió contra las
dirigencias sindicales, a las que llamó “corrompidas burocracias” y “casta de
cínicos” al servicio del PRI (Posdata [1970]).
Paz manifestó una esperanza de
que gremios independientes impulsaran la democracia sindical y desplazaran a
los dirigentes corrompidos, y vio en esta posibilidad “una de las fuerzas
decisivas en el renacimiento de la vida democrática”. No obstante, el
sindicalismo independiente, desapegado al gobierno o a los partidos, no ha
tenido este crecimiento acelerado que Paz vislumbró, ni tampoco los mecanismos
de democracia sindical de los que habló.
1968 y la renuncia de Paz
En 1962, Octavio Paz fue
designado como embajador de México en la India. Renunció al cargo diplomático
en 1968, en señal de protesta por la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco.
Fue el único funcionario mexicano notable que abandonó al gobierno por este
motivo expreso; esto, a pesar de que –confesó– vivía de su trabajo como
diplomático.
Dos años después de los
acontecimientos, así describió los hechos de la represión al movimiento
estudiantil:
“Los estudiantes celebraron una
reunión (no una manifestación) en la plaza de Tlatelolco, el 2 de octubre. En
el momento en que los recurrentes, concluido el mitin, se disponían a abandonar
el lugar, la plaza fue cercada por el ejército y comenzó la matanza. Unas horas
después se levantó el campo. ¿Cuántos murieron? En México ningún periódico se
ha atrevido a publicar las cifras. Daré aquí la que el periódico The
Guardian, tras una investigación cuidadosa, considera como la más
probable: 352 muertos. Los heridos deben haber sido miles, lo mismo que
las personas aprehendidas. El 2 de octubre terminó el movimiento estudiantil.
También terminó una época de la historia de México”, escribió en Posdata
(1970).
Paz destacó que las demandas de
los estudiantes eran “democratizadoras, reformistas (no revolucionarias) y
democráticas”, y que no ponían en peligro al régimen.
“Casi sin proponérselo y más allá
de sus slogans revolucionarios, los estudiantes expresaron el
anhelo general de la nueva clase media, sobre todo de la ciudad de México, una
vida política realmente plural y en la que cesase el monopolio del PRI”, apuntó
en Hora cumplida (1988).
En contraste, destacó la
“ferocidad de la represión mexicana”, y reprochó que la intensidad de reacción
del gobierno no se había visto ni siquiera en regímenes efectivamente
amenazados por revueltas sociales.
Bibliografía:
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