domingo, 6 de abril de 2014

Octavio Paz



Octavio Paz

       I.            Biografía
Octavio Paz
(31/03/1914 - 19/04/1998)
Octavio Paz
 
Poeta y ensayista mexicano
 

Nació el 31 de marzo de 1914 en
 Mixcoac (México) cuando el país se encuentra en plena lucha revolucionaria. Su padre, al igual que su abuelo escribía, además de dedicarse al periodismo y a la política. Estas influencias hicieron que se volcara a la política además de la escritura. 

Cuando cuenta 17 años funda la revista
 Barandal. En 1933 apareció su primer libro, que también se llamaba Barandal y fundó Cuadernos del Valle de México. Conoció a los poetas T. S. Eliot y Paul Valéry. En 1937 se trasladó a Yucatán para impartir clases en el campo, y algún tiempo después se casó con Elena Garro, con quien asistió ese mismo año al Congreso de Escritores Antifascistas en Valencia (España). Allí se publicó Bajo tu clara sombra (1937), y conoció a los intelectuales de la República Española y al poeta chileno Pablo Neruda. 

Al regresar a su país se acercó a
 Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia y publicó ¡No pasarán! y Raíz de hombre. Con Efraín Huerta y Rafael Solana, entre otros, fundó, en 1938, la revista Taller, en la que participaron los escritores españoles de su generación exiliados en México. En 1939 apareció A la orilla del mundo y Noche de resurrecciones. En 1942, a instancias de José Bergamín, dio una conferencia, "Poesía de soledad, poesía de comunión", en la que establecía su diferencia con la generación anterior, y trataba de conciliar en una sola voz las poéticas de Xavier Villaurrutia y Pablo Neruda. 

En 1944 con la beca
 Guggenheim permaneció durante un año en Estados Unidos. En 1945 entró al Servicio Exterior Mexicano y fue trasladado a París. A través del poeta surrealista Benjamín Péret conoció a André Breton, además se relaciona con Albert Camus y otros intelectuales europeos e hispanoamericanos del París de la posguerra. Esta estancia definirá con precisión sus posiciones culturales y políticas; se alejó delmarxismo y se acercó al surrealismo, empezando a interesarse por los temas más diversos.

Durante la década de 1950 publicó cuatro libros fundamentales:
 El laberinto de la soledad (1950) retrato personal en el espejo de la sociedad mexicana; El arco y la lira (1956), su esfuerzo más riguroso por elaborar una poética; ¿Águila o sol?, libro de prosa de influencia surrealista; y Libertad bajo palabra. En 1951 viajó a la India y en 1952 a Japón, sitios de los que recibió una gran influencia. Regresó a México en 1953 donde hasta 1959 desarrolló una intensa labor literaria. En 1960 volvió a París y en 1962 a la India, como funcionario de la embajada de México. Conoció a Marie José Tramini, con la que contrajo matrimonio en 1964. Publicó los libros de poemas Salamandra (1961), anterior a su viaje a la India, y Ladera este, que recoge su producción en ese país, y que incluye su segundo poema largo, Blanco. 

En 1963 le otorgaron el
 Gran Premio Internacional de Poesía. Publicó los libros de ensayo Cuadrivio en 1965, cuatro ensayos sobre Luis Cernuda, Fernando Pessoa, Ramón López Velarde y Rubén Darío;Puertas al campo en 1966 y Corriente alterna, en 1967. En 1968 dimitió de su puesto de embajador en la India debido a los asesinatos cometidos por el Gobierno de México, el 2 de octubre de ese año, cuando cargó el Ejército contra manifestantes universitarios, y en 1971 fundó en su país la revista Plural, en la que colaboraron algunos de los escritores más importantes de la generación posterior. Ese año publicó El mono gramático, poema en prosa en el que se funden reflexiones filosóficas, poéticas y amorosas, y en 1974 Los hijos del limo, recapitulación de la poesía moderna; en 1975, Pasado en claro, otro de sus grandes poemas largos, recogido al año siguiente en Vuelta, libro con el que obtuvo el Premio de la Crítica en España. En 1977 dejó Plural e inició la revista Vuelta de la que fue director. El ogro filantrópico, continuación de sus reflexiones políticas, se publica en 1979, y en 1981 logró el Premio Cervantes. En 1982 se editó Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, retrato de la monja mexicana y la sociedad mexicana del siglo XVII; en 1987, Árbol adentro, último volumen de poesía. 

En 1990 ganó el
 Premio Nobel de Literatura, y publicó La otra voz y Poesía de fin de siglo. En 1993, La llama doble y Amor y erotismo, y en 1995 Vislumbres de la India. Octavio Paz falleció el 19 de abril de 1998 víctima de un cáncer, en la misma ciudad que lo vio nacer. 

      II.            ¿Qué hizo por México?
Octavio Paz (1914-1998): una ausencia entrañable
Octavio Paz no sólo fue merecedor del Premio Nobel de Literatura de 1990; también representó al intelectual mexicano del siglo XX. Sin su obra y sus aportaciones teóricas no comprenderíamos la vida cultural de Hispanoamérica. Al igual que Juan Ramón Jiménez, Vicente Huidobro, César Vallejo o Pablo Neruda, Paz abrió caminos para las nuevas generaciones del siglo XXI.
Su obra abarca la filosofía, la poesía, el ensayo, la historia, el arte, las relaciones internacionales, la música, etc. A semejanza de los sabios griegos, trató de llegar a la totalidad del conocimiento. Y al igual que aquellos maestros, se enfrentó a la ignorancia, la envidia, y la difamación.
A diez años de su muerte, aún perduran los comentarios sobre su indefinición ideológica, sin entender cuán complejo fue para un intelectual como él allegarse a una, ya que conoció bien el mundo de la bipolaridad política y sus manifestaciones. Incomprendido por la izquierda y rechazado por la derecha, supo mantener sus ideas y continuar su obra.
La historia mexicana está acostumbrada a identificar con un grupo o mafia a sus intelectuales, políticos, artistas, filósofos, etcétera. Es grave para cualquier pensante no pertenecer a alguno. Sin embargo, Paz se atrevió a desafiar esa regla no escrita. En 1968, después de los sucesos de Tlatelolco, renunció a su cargo como Embajador de México ante la India, acto suicida de acuerdo con las reglas de la política mexicana. Los intelectuales oficialistas lo acusaron de comunista cuando denunció los campos de concentración estalinistas; la izquierda mexicana lo acusó de saboteador. Pese a todo, él mantuvo sus afirmaciones y enfrentó los ataques.
Después de algunos años fuera del país, regresó a fundar la revista Plural, cuyo objetivo fue dar a conocer las diversas ideas y opiniones sobre los problemas de México y del mundo; "Plural en oposición a monolítico, monopolio, monocorde, monotonía y otras palabras que comienzan con el prefijo mono, que denota único o uno solo", afirmó. Atacado por la izquierda, tuvo sin embargo el apoyo de muchos amigos que lograron mantener la revista en circulación.
Conocedor profundo de la historia mexicana, estudió el por qué del absolutismo político en México, así como el por qué de la "corte" que rodea a un presidente y de la necesidad en cierto momento de un partido oficial. Analizó el sistema político desde una perspectiva científica, no ideológica, a través de la crítica, no del ataque ni del enfrentamiento.
Homero, Platón, Virgilio y Dante son los autores que a Paz le hubiera gustado que leyera el pueblo, y estudió las aportaciones de estos autores a la política y la economía, lo que le lleva a asegurar: "El libre mercado probó ser más eficaz que la economía estatal, pero el mercado no es una respuesta a las necesidades más profundas del hombre. En nuestros espíritus y en nuestros corazones hay un hueco, una sed, que no pueden satisfacer las democracias capitalistas, ni la técnica".
Recurre además a Rousseau, Montesquieu, y Hobbes para reflexionar sobre la virtud de los ciudadanos y la ética a seguir, respecto a lo cual afirma que no es sólo en la vida privada ni la conciencia individual en lo que se debe enfocar la conducta, pues la conducta de cada ciudadano tiene una dimensión pública: "La reflexión ética abarca muchos aspectos de la vida económica y social: la crítica de la economía de consumo y de los medios de comunicación, la búsqueda de la fraternidad, la libertad erótica, la vida interior, la defensa del medio natural". Temas ahora de gran actualidad.
Sobre la política, no la disocia de la ética: "Ética y política forman un sistema de vasos comunicantes. Es claro que la esfera de la política se distingue en muchos aspectos de la ética. La política es el dominio de la acción pública; su célula es el ciudadano y sus elementos primordiales los grupos y las clases. La política, además, es una práctica; no sé si sea realmente una ciencia y tampoco estoy muy seguro de que sea un arte". En este cuestionamiento muchos estarán en desacuerdo, sin embargo, dudar es hacer ciencia, y es lo que hizo Paz.
Para Octavio Paz nuestro tiempo requería de una nueva filosofía que respondiera a los grandes problemas de nuestro tiempo,"considerando la doble herencia del pensamiento moderno de Occidente: el liberalismo y el socialismo, la libertad y la justicia. En seguida, deberá tener presente las visiones del hombre y de la mujer que nos han dejando los grandes poetas, los trágicos griegos, Dante, Shakespeare, y Cervantes a los poetas y novelistas modernos".
Sobre México y América Latina, supo discernir sus peculiaridades; conocedor de su historia, denotó las diferencias de desarrollo político y social de los dos principales virreinatos españoles, la Nueva España y el Virreinato del Perú: "Por su historia, por su cultura e incluso por su situación geográfica, México presenta indudables diferencias con el resto de las repúblicas de América Latina. El país que podría parecerse más al nuestro es Perú: dos altas civilizaciones prehispánicas y, sobre todo sus restos, dos ricos virreinatos. No obstante, hay diferencias muy profundas entre las dos civilizaciones indígenas". Completó este planteamiento con un profundo estudio sobre estas diferencias y similitudes.
De la Revolución Mexicana de 1910 realizó un análisis de los proyectos que conllevó este movimiento social: "Fue un proyecto de modernización política (Madero); y económica (Calles); sin embargo, el zapatismo fue una vuelta a los orígenes: una revuelta mas que una revolución. Desde la fundación del PNR, en 1929, el país comenzó de nuevo a modernizarse, no sin tropiezos y estancamientos. Subrayo: en lo económico y lo social, no en lo político". En franca referencia al estancamiento político de la sociedad mexicana en los años noventa.
Respecto a la mala distribución de la riqueza en México, Paz hizo pertinentes observaciones, que no fueron consideradas por el oficialismo político: "La distribución de los beneficios es un problema social y económico; los medios para lograrla son, ante todo, políticos; la democracia y el sindicalismo libre. La lucha por la distribución más justa de los bienes económicos es una tarea que corresponde, esencialmente, a los trabajadores y a los consumidores, y que sólo puede llevarse a cabo en un régimen plenamente democrático. Así pues, las reformas económicas nos conducen a la reforma política".
Los cambios políticos en México los contempla Paz como una lenta transformación, muy propia del país, ya que el caso no es igual al de muchas otras naciones que han tenido cambios políticos, pues en el proceso político mexicano no se trata del tránsito de una dictadura político-militar a una democracia: "México no ha vivido bajo una dictadura militar, ni bajo un caudillo impuesto por el ejército vencedor en una guerra civil, como España. El régimen de partido hegemónico en simbiosis con el Estado fue un compromiso para resolver las pugnas violentas de las facciones revolucionarias". Por esta razón los cambios esperados tendrán su tiempo.
Reflexiona sobre la figura del Presidente y su inmutabilidad ante los cambios: "Entre los privilegios de nuestros presidentes, el más notable es la facultad de designar a su sucesor. No es un privilegio democrático: es una práctica santificada por la costumbre desde hace setenta años. En realidad, es un rasgo monárquico del sistema mexicano". Una verdad comentada, pero no declarada por muchos politólogos, pues existe el miedo a ganarse la enemistad del ejecutivo y su corte. Paz sí lo hizo.
Al tocar el tema de la Reforma del Estado, Octavio Paz va más allá de una simple contemplación: "La reforma que preveo no puede ser el resultado de la voluntad individual de un presidente; tampoco puede ser impuesta por una oposición dividida y que no ha probado ser mayoritaria. El cambio no será voluntario ni impuesto: será la natural consecuencia de la evolución política del pueblo mexicano". A través de este pensamiento vemos la fe de Octavio Paz en la democracia.
Al dialogar sobre los horrores y errores en el mundo, así como las fallas de la democracia y su mala práctica, Octavio Paz demostró su fe en ella y en los demócratas: "Pesimismo y optimismo son etiquetas y dicen poco. Asumo, al mismo tiempo, la defensa y la crítica de la modernidad porque la crítica es inseparable de la modernidad. Nació con ella. Desde su aparición, la modernidad no ha cesado de criticarse a sí misma. Pero la crítica del mundo moderno y sus horrores no me lleva a renegar de la democracia: a pesar de sus fallas, es uno del pocos bienes verdaderos de la falaz civilización tecnológica".
Si bien para algunos lectores Octavio Paz puede ser complejo y difícil, recordemos el diálogo entre Sócrates y Menón en el Libro VII de la República, que nos hace reflexionar que no es fácil conocer la verdad, y llegar a ella implica un camino arduo y difícil, lleno de contradicciones y vericuetos que hemos de vencer para conocer bien las ideas de nuestro interlocutor. A diez años de su desaparición la obra de Octavio Paz es vigente y con una gran visión futurista; debemos esforzarnos por aprender de ella esa verdad que nos ayudará a conocer nuestra realidad.

Octavio Paz (1914-1998) fue un poeta –Premio Nobel de Literatura en 1990– que reflexionó sobre la vida social, cultural y, en particular, sobre la política de su tiempo.
En el centenario de su nacimiento, ADNPolítico.com recuerda el contenido crítico de sus escritos sobre la realidad política mexicana y sus actores, la democracia y el papel de los intelectuales.
Aunque hizo carrera en el servicio diplomático mexicano, Paz no fue un político ni su carrera literaria estuvo vinculada al poder o a partido alguno. Tampoco fue su faceta de ensayista la más reconocida, ni abordó la política desde una trinchera académica.
No obstante, el escritor dedicó textos en sus libros y artículos en revistas y periódicos a explorar la realidad política de México y el mundo, así como las interrelaciones entre los países; a analizar cómo han evolucionado los sistemas políticos a través de la historia hasta nuestros días, y a adelantar posibles vías de solución a los problemas de las sociedades.
Así lo hizo en libros como El laberinto de la soledad (1950), Posdata (1970), El ogro filantrópico (1979) o Pequeña crónica de grandes días (1990); en las revistas que dirigió: Plural (1991-1976) y Vuelta (1976-1998), y en artículos periodísticos publicados por diarios como El Nacional, Novedades, Mañana, La Jornada o Excélsior. Las posturas manifestadas en estos escritos levantaron polémica en su tiempo.
“(Paz) estuvo lejos de convertirse en un especialista: era un poeta que no pretendía escribir de política por competencia profesional, sino por obligación moral”, escribe Armando González Torres en el prólogo de Itinerario crítico: Antología de textos políticos (2014).
A continuación te presentamos lo que Paz reflexionó en torno a algunos temas vinculados con la política.
Los partidos
Desde la década los años 70, Paz respaldó una reforma política que fortaleciera al sistema de partidos y la pluralidad. Pero, ¿qué pensaba sobre los partidos existentes en México?
Del PRI –aunque destacó sus contribuciones a la estabilidad y el desarrollo de México (“por más desigual y defectuoso que haya sido éste”)– señaló su tendencia a encumbrar “caudillos”, mismos que diferenció de este tipo de políticos en otros sistemas, destacando la temporalidad del poder de los presidentes.
“El señor presidente es el PRI durante seis años pero al cabo de ese término surge otro presidente que es una encarnación distinta del PRI. Distinta y la misma: doble exigencia de la institución presidencialista mexicana. La concentración de poder en manos del presidente es enorme pero nunca es un poder personalista sino que es una consecuencia de su investidura impersonal”, escribió en Posdata (1970).
También criticó la práctica del “dedazo”, como se conoce a la práctica presidencial de elegir al sucesor sin métodos democráticos de por medio: “’El dedo’ señala a los criados”, indicó Paz en Cuestión de palabras (1943).
Paz explicó que el PRI en los regímenes del pasado fue el instrumento político del Estado, pero no un partido de Estado –como hubo en Rusia, Alemania, China o Cuba.
“El PRI no se ostenta como el dueño de una ideología global, un saber universal y enciclopédico que comprende todas las ciencias y las artes, como en los países comunistas. Tampoco ha intentado convertir a la sociedad en su imagen; al contrario, bajo su régimen la sociedad ha crecido, se ha diversificado y se muestra más y más independiente, mientras que en los países donde el Partido-Estado ha sido la realidad omnipresente se aniquilaron clases y pueblos enteros”, destacó en el artículo Las elecciones de 1994: doble mandato, publicado en Vuelta en octubre de 1994.
“La política mexicana está llena de grandes palabras. Casi todas ellas no poseen contenido alguno, ya porque nunca lo tuvieron realmente, ya porque lo han perdido a fuerza de ser repetidas por labios mentirosos”, agregó sobre la demagogia en el mismo artículo.
Sobre el PAN, lo califica como “claramente democrático”; recuerda que algunos de sus fundadores estuvieron influidos por tendencias no democráticas pero aclara que terminaron por desecharlas.
Paz menciona que Acción Nacional fue fundado por intelectuales católicos, y cuya dirección cayó posteriormente en líderes “menos brillantes” de la clase media y el sector empresarial que consolidaron un “partido provinciano”.
“Sus dirigentes son modernos; todos tienen reputación de honradez y eficacia: tuvieron éxito en sus actividades privadas antes de lanzarse a la vida pública. Sin embargo, con dos o tres excepciones, dan la impresión de ser bisoños en el arte de la política.
"Por fortuna y por desgracia, la ideología no es su fuerte. Por fortuna, porque eso les permite un sano pragmatismo: la ideología es enemiga del sentido común; por desgracia, porque para combatir los estragos de las ideologías hay que conocerlas”, aseveró en Pequeñas crónicas de grandes días (1990).
El ensayista Armando González Torres agregó que Paz criticó del PAN su falta de un proyecto nacional y su poco empuje intelectual, aunque reconoce su vena ciudadana y su vocación democrática (Itinerario Crítico, [2014]).
“La crítica política del PAN al sistema ha impresionado favorablemente a la opinión pública, pues está fundada en los principios democráticos. En cambio, no ha formulado un proyecto nacional nuevo y viable que se ofrezca como una opción distinta a la del PRI (…) El crecimiento del PAN expresa no tanto una tendencia ideológica como el descontento de muchos ciudadanos”, indicó Paz en Hora cumplida, publicado  en Vuelta en octubre de 1988.
Al PRD, lo caracteriza como una “curiosa amalgama” que conserva el estatismo y el populismo, con principios de pluralismo y democracia. Destaca su falta de unidad, problema que el sol azteca sigue teniendo.
“El nuevo partido (el PRD fue fundado en 1989) está amenazado de división por su misma heterogeneidad (...) Son un catálogo de sentimientos, gustos, disgustos y obsesiones”, alertó en Pequeñas crónicas de grandes días (1990).
No obstante, cuestiona la filiación democrática del PRD, al recordar que los líderes de ese instituto político en el pasado defendieron regímenes que identifica como “totalitarios” –como el soviético o el cubano–, y rechazaron a los intelectuales mexicanos que no simpatizaban con dichos gobiernos.
En Pequeñas crónicas..., Paz lanza comentarios para los tres principales partidos de entonces –y de ahora– en México: al PRI lo urge a introducir democracia en su vida interna, sin mayorías manipuladas (“su ideal ha sido la imposible unanimidad, no la modesta pluralidad”, escribió en Hora cumplida), así como cambiar su relación con los gobiernos emanados de sus filas, de partido del poder a partido en el poder. “Claro, un poder conquistado en las urnas”.
Al PAN, le sugiere –“sin perder su modernidad”– recobrar sus principios como partido conservador y liberal, para poder penetrar en el centro y sur del país, y convertirse en un verdadero interlocutor nacional.
Y al PRD, le recomienda rechazar el “corporativismo” del cardenismo y evitar los “gérmenes totalitarios” del antiguo PRM.
Salinas y De la Madrid
En la primera mitad de su mandato, Carlos Salinas de Gortari emprendió reformas políticas, a la propiedad ejidal, a la relación Iglesia-Estado, así como una serie de privatizaciones de empresas estatales y la negociación de la deuda externa. Paz consideró que estos cambios tenían un efecto positivo, incluso psicológico: “han devuelto a mucha gente la confianza en su país y en su esfuerzo propio”.
“Han sido decisivas las reformas económicas y políticas realizadas por Carlos Salinas y su equipo. Más jóvenes que los políticos anteriores y con mayor sensibilidad histórica, se dieron cuenta de los cambios de la sociedad mexicana y obraron en consecuencia. Así han logrado sacar al país del pantano en que había caído", dijo al periodista Julio Scherer en 1994.
"Hemos salido de la ruina, hemos saneado nuestras finanzas y hoy asistimos a la recuperación de nuestra economía; se han restablecido el crédito internacional y la economía mexicana, gracias a las privatizaciones, se ha puesto en movimiento (...) Y algo más que no se ha dicho: han contribuido indirectamente al proceso de democratización”, agregó.
Paz también celebró la actitud mesurada de Miguel de la Madrid para contener los problemas financieros del país y poner los cimientos para las reformas emprendidas en el sexenio de Salinas de Gortari.
“Se procura devolver a la sociedad la iniciativa económica, limitar el estatismo y, en consecuencia, la proliferación burocrática. Renuncia al populismo, a la ineficacia y al despilfarro, no vuelta a un capitalismo salvaje como se ha dicho. Ha disminuido la carga de las onerosas empresas estatales –aunque todavía quedan algunos paquidermos–, el gasto público se ha reducido, se ha limitado el abusivo poder burocrático, se ha combatido la corrupción y se ha llegado a un acuerdo con nuestros acreedores”, consideró en Pequeñas crónicas de grandes días (1990)
El petreóleo y otros recursos
En la década de los años 50, Paz elogió que la Revolución y los gobiernos emanados de ella recuperaran para el Estado recursos como el petróleo, los minerales, la energía eléctrica y otras fuentes para transformar al país. También celebró el reparto agrario, las obras de irrigación y los programas de atención para campesinos.
“Lo conquistado hay que defenderlo todavía. Pero el régimen feudal ha desaparecido. Olvidar esto es olvidar demasiado”, apuntó en El Laberinto de la Soledad (1950).
No obstante, reconoció que el capital con el que cuenta el Estado es insuficiente para explotar de manera conveniente los recursos naturales del país, financiar el desarrollo y crear infraestructura económica. De entrada descartó recurrir al capital extranjero, al destacar que este tipo de inversionista no se interesa en un plan general de desarrollo económico para el país.
“Todo el mundo sabe que las ganancias de esas inversiones salen del país, en forma de divisas y otros beneficios. Además, implican dependencia económica y, a la larga, injerencia política del exterior. Por otra parte, el capital privado no se interesa en inversiones de largo plazo y de escaso rendimiento, que son las que nosotros necesitamos”, asentó en el mismo texto de 1950.
De los préstamos gubernamentales, mencionó que “entrañan condiciones políticas o económicos”, por lo que llamó a preferir el financiamiento de organizaciones internacionales y una alianza con pueblos con problemas semejantes a los de México, como los de los países latinoamericanos, asiáticos y africanos.
Los sindicatos y el régimen
El autor criticó la incorporación de los sindicatos al partido de la revolución (actualmente, el PRI), al considerar que esto impidió el surgimiento de un movimiento independiente de este sector de la población que incidiera en política.
“Se frustró así la posibilidad de un partido obrero o, al menos, de un movimiento sindical a la norteamericana, apolítico, sí, pero autónomo y libre de toda injerencia oficial. Los únicos que ganaron fueron los líderes, que se convirtieron en profesionales de la política: diputados, senadores, gobernadores”, lamentó en El Laberinto de la Soledad (1950).
Además, arremetió contra las dirigencias sindicales, a las que llamó “corrompidas burocracias” y “casta de cínicos” al servicio del PRI (Posdata [1970]).
Paz manifestó una esperanza de que gremios independientes impulsaran la democracia sindical y desplazaran a los dirigentes corrompidos, y vio en esta posibilidad “una de las fuerzas decisivas en el renacimiento de la vida democrática”. No obstante, el sindicalismo independiente, desapegado al gobierno o a los partidos, no ha tenido este crecimiento acelerado que Paz vislumbró, ni tampoco los mecanismos de democracia sindical de los que habló.
1968 y la renuncia de Paz
En 1962, Octavio Paz fue designado como embajador de México en la India. Renunció al cargo diplomático en 1968, en señal de protesta por la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco. Fue el único funcionario mexicano notable que abandonó al gobierno por este motivo expreso; esto, a pesar de que –confesó– vivía de su trabajo como diplomático.
Dos años después de los acontecimientos, así describió los hechos de la represión al movimiento estudiantil:
“Los estudiantes celebraron una reunión (no una manifestación) en la plaza de Tlatelolco, el 2 de octubre. En el momento en que los recurrentes, concluido el mitin, se disponían a abandonar el lugar, la plaza fue cercada por el ejército y comenzó la matanza. Unas horas después se levantó el campo. ¿Cuántos murieron? En México ningún periódico se ha atrevido a publicar las cifras. Daré aquí la que el periódico The Guardian, tras una investigación cuidadosa, considera como la más probable: 352 muertos. Los heridos deben haber sido miles, lo mismo que  las personas aprehendidas. El 2 de octubre terminó el movimiento estudiantil. También terminó una época de la historia de México”, escribió en Posdata (1970).
Paz destacó que las demandas de los estudiantes eran “democratizadoras, reformistas (no revolucionarias) y democráticas”, y que no ponían en peligro al régimen.
“Casi sin proponérselo y más allá de sus slogans revolucionarios, los estudiantes expresaron el anhelo general de la nueva clase media, sobre todo de la ciudad de México, una vida política realmente plural y en la que cesase el monopolio del PRI”, apuntó en Hora cumplida (1988).
En contraste, destacó la “ferocidad de la represión mexicana”, y reprochó que la intensidad de reacción del gobierno no se había visto ni siquiera en regímenes efectivamente amenazados por revueltas sociales.

Bibliografía:

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